Por Esteban Andrade, Líder TI TRES60
Durante la pandemia el alza de los delitos informáticos aumentó significativamente, llegando a cifras de entre el 30% y el 45% superior al año 2019 y 2020 respectivamente según la Brigada Investigadora del Cibercrimen (Bricib) Metropolitana. Hecho que demuestra que los tipos de delitos que vive un país reflejan la evolución del comportamiento de su población, pasando así de presenciales a remotas tanto en el sector público como privado.
Junto a este aumento de infracciones se evidenciaron las falencias de la antigua ley de delitos informáticos que teníamos en Chile, la que permitía hechos como la suplantación de identidad en redes sociales para obtención algún beneficio económico, accesos ilícitos a sistemas informáticos, fraudes mediante comercio electrónico, entre otros. Cibercrimen que no tenía sanción penal, ni menos herramientas legales que nos protegieran del daño causado.
Pero desde el 20 de junio de este año dimos el gran salto, pasamos de la prehistoria a la actualidad en el mundo online con la publicación de la ley 21.459 que tipifica las conductas o delitos informáticos en Chile, derogando la antigua ley que data del año 1993 época donde aún el Internet no se masificaba, por lo tanto, se encontraba obsoleta. Esta nueva ley además nos permite adecuarnos al tratado internacional de ciberdelincuencia compuesto por más de 66 países llamado convenio de Budapest, que nos permite estandarizar nuestra ley a un convenio internacional.
De esta manera, la nueva ley mejora sustancialmente la protección de la información online personal y empresarial, permitiendo una más efectiva persecución de los delitos que les afectan, entre los que destacan los recurrentes accesos ilícitos a cuentas de redes sociales, falsificación informática o la receptación de información digital con la necesidad de obtener un beneficio económico personal, desde ahora tendrá sanciones las cuales van desde el presidio medio a máximo con multas de 11 a 40 UTM.
Así hoy los datos online pasaron a ser un elemento valioso dentro de la ciberdelincuencia y en esta nueva era tecnológica ya no son funcionales las formas antiguas de administrar, producir y distribuir estos servicios. Por lo tanto, ya sea organizaciones públicas o privadas deberán centrar sus esfuerzos para mejorar los mecanismos de seguridad y manejo de su información, como ya lo venían haciendo empresas como TRES60 que entregan servicios y soluciones tecnológicas, transformando la información online en un activo real y cuantificable, entendiendo la envergadura de responsabilizarse por toda la información que maneja de sus clientes y partners.